La palabra "Tampico" tiene sus orígenes en las voces (teneek) huastecas Tam "lugar de" y Piko "perros de agua", por lo que el significado es: "lugar de perros de agua", ó "lugar de nutrias", ya que los naturales les decían perros de agua a las simpáticas nutrias, que abundaban por la "Laguna del Chairel". Las raíces de Tampico o del "Tampico nativo" datan de las primeras tribus huastecas que se establecieron en las márgenes del río Pánuco.
En 1520, por órdenes de Garay, cuatro embarcaciones al mando de Alonso Álvarez de Pineda, partieron de la isla de Jamaica y recorrieron el litoral del Golfo de México hasta la península de la Florida. A su regreso intentaron establecer una guarnición en los márgenes del río Pánuco, siendo repelidos por los huastecos, retirándose al sur donde encontraron establecido la Villa Rica de la Vera Cruz de Hernán Cortés, quién capturó a un puñado de soldados y volviendo la expedición a Jamaica. Ese mismo año, Garay envió una segunda expedición al mando de Diego de Camargo, la cual de nuevo fracasó ante el ataque de los huastecos, uniéndose los sobrevivientes a las fuerzas de Cortés. En 1522, terminada la conquista de Tenochtitlan, Cortés organizó una expedición al río Pánuco para vengar a los muertos. Mientras tanto Garay consiguió el nombramiento de adelantado para colonizar el lugar al llegar la región estaba despoblada, por lo que pactó con Cortés en la ciudad de México. Pero Garay murió repentinamente a los pocos días dejando como albacea a Hernán Cortés, junto con las fuerzas armadas.Con el actual, han existido a lo largo de la historia cinco Tampicos, todos estrechamente vinculados por los avatares de su evolución.
El Tampico indígena se ubicó probablemente en un lugar cercano a lo que es la actual Villa Cuauhtémoc (Pueblo Viejo), donde existía una zona arqueológica que desgraciadamente fue destruida por la voracidad de las compañías petroleras, al parecer aún no satisfecha. A este lugar llegó fray Andrés de Olmos en 1532 para llevar a cabo su labor evangelizadora con los indígenas huastecos, los cuales fueron rápidamente cristianizados en su propia lengua. Después de permanecer un tiempo en el lugar, fray Andrés obtuvo del segundo virrey de la Nueva España, don Luis de Velasco, un permiso para que “en el pueblo de Tampico, que es provincia de Pánuco, (...) una legua de la barra de mar, dos tiros de ballesta del río poco más o menos, se haga y funde una casa y monasterio de la Orden de San Francisco”. Este decreto, fechado en México el 26 de abril de 1554, dio lugar al segundo Tampico.
El Tampico colonial, llamado Villa de San Luis de Tampico en honor al virrey Velasco, se situó a un lado del poblado huasteco y es muy probable que sólo permaneciera allí hasta 1556. Sus fundadores, según un informe del capitán y alcalde mayor de la provincia de Pánuco en 1603, fueron Cristóbal Frías, Diego Ramírez, Gonzalo de Ávila y Domingo Hernández, todos españoles y vecinos de Pánuco.
El conocido como Tampico-Joya se situó en algún lugar cercano a lo que hoy se conoce como Tampico Alto (Veracruz), y fue el sitio que los habitantes originales de la Villa de San Luis escogieron para refugiarse de las incursiones y depredaciones de los piratas, que durante todo el siglo XVII asolaron los territorios españoles. Su fundación se sitúa un poco después de 1648, fecha en el que el terrible Laurent de Graft, mejor conocido como Lorencillo, llevó a cabo un desastroso ataque. El nombre de Joya se debe a que el lugar se situaba en una de las muchas “joyas” u hondonadas cercanas al mar que existen en la zona y en ese sitio permanecieron los pobladores hasta que, debido a las penurias físicas del lugar y otras calamidades, decidieron poner a votación ante fray Matías Terrón y el insigne colonizador del entonces territorio de Nuevo Santander, don José de Escandón, la permanencia en dicho sitio, el regreso a Pueblo Viejo establecerse en unas “lomas altas” llamadas ranchos o barrios. Ganó esta última proposición y así fue como nació el cuarto Tampico.
La Villa de San Luis o Sal Salvador de Tampico, actual Tampico Alto, se fundó el 15 de enero de 1754; cuando desapareció el peligro de los piratas, por 1738, empezó a recobrarse y a tener nueva vida. Según los vecinos de Altamira, era necesaria una aduana “en el Alto del antiguo Tampico” ya que creían que ésa era “una posición, la más ventajosa así como para el tráfico mercantil como para la salubridad de los habitantes”, a sabiendas de que este hecho podía restarle población y riqueza a Pueblo Viejo. Tal situación provocó algunos problemas pero al final la suerte favoreció a los vecinos y autoridades de Altamira, surgió entonces el quinto Tampico, el moderno, fundado el 12 de abril de 1823 mediante un permiso concedido por el general Antonio López de Santa Anna a los vecinos de Altamira.
El trazo de la nueva ciudad quedó a cargo, a falta de un agrimensor de oficio, de don Antonio García Jiménez. Éste midió 30 varas desde la orilla de un barranco y puso un horcón a plomo desde el cual tiró la línea del recinto con rumbo este-oeste y sur-norte; quedó así formada una escuadra. Después trazó la Plaza Mayor con 100 varas en cuadro, luego la destinada al muelle, con la misma dimensión y en seguida delineó 18 cuadras de 100 varas; de éstas asignó una para que en ella se asentaran la iglesia y el curato; en la Plaza Mayor destinó dos solares para las casas consistoriales. Por último se numeraron los solares y quedó trazado el pueblo conforme al plano. El 30 de agosto de 1824 fueron elegidos el primer alcalde y el primer síndico y la ciudad comenzó su desarrollo hasta llegar a ver lo que conocemos hoy.
En la actualidad, Tampico es uno de los puertos más importantes de nuestro país, y lo es no tan sólo por su intensa actividad comercial, su privilegiada situación geográfica y su pujante industria, sino por toda la historia que guarda, la cual todavía puede ser admirada en muchos de sus viejos edificios.
Un lugar de visita obligatoria es la Plaza de Armas o Plaza de la Constitución que, junto con la de la Libertad, aparece en los planos originales de la ciudad. Adorna uno de sus flancos el Palacio Municipal, terminado en 1933, pero que nunca fue oficialmente inaugurado pues ese año azotaron a la población dos ciclones que impidieron las ceremonias. Se construyó bajo la dirección del arquitecto Enrique Canseco, a quien también se debe el bajorrelieve de la sala de cabildos, donde hay fotografías del Tampico antiguo.
Otro edificio admirable es el que ocupan hoy las oficinas del DIF; fue construido en 1925 y vale la pena visitarlo para admirar sus adornos de estiloart decó.
La primera piedra de la Catedral se colocó el 9 de mayo de 1841 y fue bendecida el mismo día pero de 1844. No estaba aún terminada cuando la obra pasó a manos del famoso arquitecto Lorenzo de la Hidalga, el cual la culminó en 1856. Esta recia construcción cuenta con tres naves, la del centro más elevada que las laterales. El 27 de septiembre de 1917 la nave central se derrumbó, pero cinco años después se iniciaron los trabajos de reconstrucción vigilados por don Eugenio Mireles de la Torre. Los nuevos planos se debieron al ingeniero Ezequiel Ordóñez, quien respetó en todo las líneas del templo anterior. En su interior se puede apreciar un altar de mármol de Carrara hecho en Italia y un órgano monumental de patente alemana.
Llama la atención el quiosco situado en el parque de esta plaza, según se dice, gemelo de uno que está en Nueva Orléans; es de estilo barroco y su diseño se debe al arquitecto Oliverio Sedeño.
Este quiosco es conocido popularmente como “El Pulpo”. La Plaza de la Libertad posee un gran sabor tampiqueño, sobre todo por los edificios que la rodean: viejas construcciones del siglo pasado de corredores abiertos y barandales de hierro que rememoran el centro histórico de la ciudad de Nueva Orléans. Desgraciadamente, algunos edificios, como el ocupado por la ferretería La Fama, fueron derribados sin ningún sentido, lo cual desfiguró un tanto el aspecto decimonónico de la plaza. Sin embargo, otras construcciones han sido loables y ejemplarmente remodeladas, como la de la Botica Nueva, farmacia inaugurada en 1875; conserva en su fachada sus bellas líneas originales, pero por dentro es un edificio moderno que cumple su función sin menoscabo de la armonía urbana.
También se conserva el antiguo Salón Palacio, ocupado en el siglo pasado por la tienda La Barata. Allí se filmaron algunas escenas de la películaEl tesoro de la Sierra Madre, basada en la novela del escritor Bruno Traven. Otros inmuebles como el Mercedes, el de Correos y Telégrafos y el de la Compañía de Luz, de original forma semicircular, forman un agradable conjunto arquitectónico y dan a esta antigua plaza, tan ligada a la vida de la ciudad, un sabor particular.
La edificación más antigua es la Casa de Castilla, llamada así por el apellido de su primer dueño, Juan González de Castilla, alcalde de la ciudad de 1845 a 1847. Aquí se hospedó el invasor Isidro Barradas en un último intento de la corona española por recuperar el poblado.
Otros de valor arquitectónico e histórico son el Edificio de la Luz, construido a principios de siglo con piezas de hormigón de la India y cuya estructura es de procedencia inglesa, y el de la Aduana Marítima, comprado por Porfirio Díaz a una compañía europea que vendía por catálogo (¿los principios del telemarketing?).
Pero Tampico no sólo es historia y construcciones; también es deliciosa su comida. Son famosas las jaibas y las “tortas de barda”. Además, posee playas de suave oleaje y tibias aguas como Miramar; también ríos y lagunas ideales para la natación, la pesca y el disfrute de la naturaleza.
En este lugar vio la luz la aviación comercial mexicana: en 1921, durante el auge petrolero, Harry A. Lawson y L. A. Winship fundaron la Compañía Mexicana de Transportación Aérea; más tarde ésta cambió su nombre por el Compañía Mexicana de Aviación.
Por este lado, el estado de Tamaulipas tiene mucho que ofrecer a quien lo visita, y Tampico es una buena muestra.